Una de las primeras visitas que hicimos en Milán fue la Iglesia de San Bernardino, muy cerca del Doumo. La visita en sí es una de las más siniestras que hemos tenido la oportunidad de hacer en nuestros viajes y el contenido de la iglesia no te dejará indiferente.
Aparentemente desde fuera podría ser una iglesia cualquiera y pasaría desapercibida, por lo menos en Italia, donde edificios religiosos hay por todas partes.
La historia de la iglesia se remonta al año 1145, momento en el cual había también un pequeño hospital y un cementerio. Cuando el cementerio se quedó sin lugar se construyó una pequeña habitación para contener los huesos humanos que no podían ser enterrados en el año 1210.
Después de este año la iglesia se reformó varias veces hasta que en el año 1754 se dieron por concluidos los trabajos de restauración.
Empecemos la visita y acompañarnos a ver que tiene de especial esta pequeña iglesia.
Al entrar y ver la iglesia realmente no nos dice nada especial, pequeña y estremadamente sencilla.
Pero… Hay una flecha que nos indica el camino hacia el osario… ¡¡Vamos a ver!!
Entramos en una habitación cuadrada con un altar a la virgen pero hay algo que se sale de lo normal… ¡¡Las paredes estan forradas de huesos humanos!!
Sí, así como suena, huesos humanos por las cuatro paredes de la habitación hasta el techo y haciendo formas a modo de dibujo sobre la pared nos rodean.
Esta es la primera vez que vemos algo de este tipo y estamos bastante impresionados.
En el techo de la habitación hay una pequeña cúpula pintada por Sebastiano Ricci y le da un toque de color a una estancia tan siniestra.
Esperamos que les haya gustado la visita que compartimos hoy y la apunten si van a Milán.