Sobre una colina, dominando el tránsito a ambos lados del Danubio, el Rey Béla IV ordenó la construcción en el siglo XIII de esta ciudadela de gruesos muros para la defensa del territorio.
Al añadirle posteriormente la Torre del Agua y la Torre Salomón se reforzaron las murallas y pasó a tener el aspecto de fortaleza.
Una vez aparcado el coche subimos estas escaleras para llegar a esta torre que no es otra cosa que la entrada a la fortaleza.
¡¡Mirad la altura de los muros de la fortaleza!! Tuvo que ser muy difícil intentar conquistar este enclave en lo alto de la colina.
Por el camino encontramos muchas recreaciones de aquella época con las que poder sacar al niño que llevamos dentro. 😉
La verdad es que desde esta colina se tenían grandes vistas a ambos lados del río, un ataque sorpresa por este lado de la fortaleza sería prácticamente imposible.
En el interior hay un pequeño museo de armaduras, animales y formas de vida de los campesinos en aquellos tiempos.
Después de ver las exposiciones nos damos un paseo por los muros de la fortaleza.
En esta maqueta, la torre que hay en la parte inferior es la Torre Salomón. Al parecer en esta torre estuvo prisionero Vlad, por si no les suena el nombre es el personaje en el que se inspira el mito del Conde Drácula.
Ya nos toca despedirnos de Visegrád porque tenemos que continuar hasta el siguiente pueblo 😉