Igual que hicimos con Laocoonte haremos un breve repaso de las características más importantes de esta gran obra de Miguel Ángel Buonarroti realizada entre 1501 y 1504.
La Opera del Doumo era una institución laica encargada del mantenimiento de los bienes que pertenecían a lugares sagrados y junto con la Catedral de Santa María de Fiori y algunos influyentes mercaderes de lana plantearon la construcción de 12 grandes esculturas de personajes del Antiguo Testamento para colocarlos sobre los contrafuertes externos del ábside de la catedral.
Los grandes escultores Donatello y su discípulo Agostino di Duccio ya habían realizado 2 de estas 12 estatuas cuando Agostino recibió el encargo en 1464 de realizar la escultura del David bíblico.
Se trajo un bloque de mármol de un blanco fantástico procedente de la localidad de Carrara, tan grande que lo apodaron «el gigante». Este bloque fue dañado por otro artista, Simone da Fiesole, por lo que se apartó de los trabajos de construcción y fue abandonado durante años.
Tanto Agostino como Antonio Rossellino intentaron volver a esculpir el bloque dejándolo con fracturas y partes a medio trabajar por lo que las autoridades de la Opera del Duomo comenzaron la búsqueda de un escultor capaz de acabar el trabajo.
El 16 de Agosto de 1501 se encarga a Miguel Ángel acabar la escultura, trabajo que le llevó varios años.
Una vez terminada, el confaloniero de justicia Piero Soderini decidió ubicarla en la Piazza de la Signoria y fue colocada frente al Palazzo Vecchio, aunque esto la dejo desprotegida ante las inclemencias del tiempo. Esta que hoy vemos a la entrada del Palazzo Vecchio es una copia donde se ubicó la original.
La realizó esculpiendo directamente con un cincel sin hacer molde previo de yeso y desde distintos puntos de vista en contraposición a la tendencia medieval de esculpirlas para ser sólo admiradas de frente. El David está hecho para poder ser admirado desde cualquier punto de vista.
Miguel Ángel tenía el concepto de que todo bloque de mármol contenía un alma que esperaba ser descubierta por las manos del escultor y, aunque el bloque estaba muy dañado en algunos lugares, el resultado de la búsqueda de esa alma fue esta maravillosa escultura.
Por otro lado casi que voy a calificar al David como un superviviente porque a lo largo de su historia ha sufrido toda clase de percances. En 1504 jóvenes partidarios de los Médici lo apedrearon, en 1512 un rayo cayó sobre la base de la escultura, en 1527 lanzaron un banco desde una ventana y le amputó un brazo, en el 1843 se limpió con ácido clorhídrico dejando el mármol al descubierto de su capa protectora frente a las inclemencias atmosféricas y en 1991 un hombre destruyó un dedo del pie izquierdo con un martillo.
Afortunadamente todos estos «contratiempos» sufridos se han podido restaurar y hoy se encuentra bien protegida tras una barrera de cristal en la Galería de la Academia en Florecia sobre un pedestal anti-sísmico que esperemos perpetuen esta maravilla para todas las generaciones venideras.
Por último vamos a ver con un poco más de detalle características de la estatua. La primera a reseñar es su postura, tenemos todo el peso sobre la pierna derecha porque donde está la pierna izquierda había un gran agujero en el bloque de mármol, esto hace que la expresión corporal de la escultura tenga lo que se conoce como «contrapposto». Esto viene a ser que la cabeza mira hacia la izquierda mientras que la línea de sus hombros se inclinan hacia la derecha, al contratio que sus caderas. En el Alto Renacimiento el contrapposto se consideraba símbolo de las esculturas antiguas muy apreciadas en aquella época.
Otra de las características son sus proporciones en las que podemos ver que el escultor no usó las del cuerpo humano. Por el contrario, la cabeza, las manos y el torso son más grandes que lo que indicarían las proporciones clásicas del cuerpo aunque algunos estudiosos tienen la teoría de que este hecho fue realizado a propósito ya que la ubicación original para la que se encargó la estatua era sobre uno de los contrafuertes de la catedral por lo que desde lejos los elementos más representativos así como sus proporciones vistas desde abajo y a cierta distancia debían de parecer las correctas.
Bueno, lo dicho, una maravilla digna de ser contemplada en una visita a Florencia. 😉