Cuando el auge económico a mitad del siglo XIX de Londres lo hizo crecer hacia el Este, se tuvieron que buscar formas de mantener comunicadas ambas orillas del Támesis.
En 1870 se inaguró el primer túnel bajo el Támesis para comunicar ambas orillas pero sólo servía para los peatones por lo que su utilidad era muy limitada.
Se construyó entonces el London Bridge, diseñado por el arquitecto de la ciudad Horace Jones en estilo victoriano neogótico. Se tardaron 8 años en su construcción y en principio fue calificado por alguna de las revistas de la época como monstruoso, sin embargo, se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad y uno de los lugares más fotografiados de Londres.
El Tower Bridge, que debe su nombre a la London Tower que se encuentra a su lado. Tenía que cumplir un requesito importante y era no cerrar el tránsito de mercancías al antiguo puerto de Londres, para ello Horace Jones tuvo una idea ingeniosa. Combinó rasgos de un puente oscilante, desde las orillas hasta las dos grandes torres, y entre ellas diseñó un puente basculante, que se abre en 60 segundos hasta un ángulo de 83 grados para dejar pasar las embarcaciones.
Todo ello se realizaba con unos motores de vapor que inyectaban agua a presión y hacían levantar al puente. A día de hoy se puede visitar estos motores originales que se han sustituido por motores eléctricos y el agua por aceite.
Nosotros hemos pasado muchas veces sobre él pero nunca nos ha parecido una visita imprescindible el visitar su interior, pero lo dejamos a vuestra elección. Entre las dos torres hay en la parte superior unas pasarelas para ir de una a otra y disfrutar de las vistas, pagando la entrada claro.
Estando sobre el Tower Bridge tenemos una vista fantástica del que es ahora mismo el edificio más alto de Londres y uno de los más altos de Europa, The Shard, y atracado en la orilla el HMS Belfast, un buque de guerra convertido a museo.
Desde la otra orilla hay una bonita panorámica con la London Tower a la derecha en contraste con el Londres moderno a la izquierda.
Para ser «monstruoso» es bien bonito 😉