Seguimos con nuestro viaje por Jordania y después de ver la maravillosa Petra vamos a ver la su hermana pequeña, Siq al-Barid.
Más conocida como «la pequeña Petra«, forma parte del sitio arqueológico de Petra aunque se accede por un lugar diferente y a lo largo del post les explicamos el porqué.
Ya comentamos cuando hablamos de Petra que no sólo era una ciudad rica económicamente sino que también lo era en cuanto al aproechamiento del agua en mitad del desierto, lo que la hacía ser un deslumbrante oasis para todos los que tuvieran la oportunidad de visitarla. Pero no todos podían visitarla, o sería más correcto decir que no a todos se les mostraba el camino y se les dejaba entrar en ella, por lo que permanecía oculta habitualmente al tránsito de las caravanas que hacían la Ruta de la Seda.
Aquí es donde entra Siq al-Barid como una estación de descanso y aprovisionamiento de las caravanas, con agua fresca, comida, recintos para el ganado y cobijo para los viajeros, pero alejados de la gran urbe. De esta forma los tesoros de los Nabateos permanecían ocultos a miradas indiscretas.
Entre montañas y desiertos, en medio de ninguna parte, llegamos a la entrada del desfiladero de Siq al-Basid.
En la parte de fuera nos damos cuenta de que en esta zona siguen viviendo los beduinos, con sus cabras, pertenecias y como no, unas tiendas de souvenirs, como lo llevan haciendo siempre.
Para acceder pasamos por una grieta muy estrecha, tanto que podemos tocar los dos lados a la vez estirando los brazos.
Una vez atravesado el espacio se abre en un desfiladero de unos 450 metros donde podemos ver las construcciones talladas en la roca.
Mientras visitamos la Pequeña Petra hay algunos beduinos que reciben algunas monedas de los turistas y mientras amenizan la experiencia con música lo que le da un toque místico.
Mientras suena la flauta vamos entrando en las construcciones.
A diferencia de Petra, estas construcciones no eran tumbas sino que servían para celebrar banquetes entre los miembros de las caravanas amenizados con música y como lugar de descanso y cobijo para los viajeros.
En el interior de esta que se ve en la foto se ha descubierto algo muy importante. Se trata de unos frescos de unos 2000 años de antigüedad de estilo helenístico representando uvas y vides, seguramente por el dios griego Dionisio. Si alguno se esta preguntando ahora que tiene de especial esta decoración pues la respuesta está en que los Nabateos no decoraban el interior de sus construcciones, los vivos colores de la piedra al excavar eran suficiente adorno para las estancias, de ahí lo especial de este descubrimiento.
Se dice que estos diseños son tan elaborados que incluso superan a los encontrados en Herculano, disfrutarlos 😉
Según avanzamos por el desfiladero aparece este señor, auténtico beduino, y con este instrumento de una cuerda que no habíamos visto en la vida comienza su concierto para ganarse al público y recibir alguna recompensa a su talento.
Y si una imagen vale más que mil palabras ahí les dejo un video 😉
Cuando llegamos al fondo del desfiladero nos encontramos con estas escaleras con el cartel de que en lo alto se encuentran las mejores vistas del mundo…
No teníamos tiempo de comprobarlo así que si alguno ha subido ya nos contará que tal.
Bueno amigos, nos despedimos rumbo al desierto dejando atrás a la Pequeña Petra…