Se acabo de construir en 1883 para unir los distritos de Manhattan y de Brooklyn sobre el Río Este debido a la dificultad de transitar que tenían los barcos cuando gran parte del río quedaba helado en invierno.
En el momento de la inauguración era el puente colgante más largo del mundo ( unos asombrosos 1825 metros ) siendo también el primero en estar suspendido íntegramente por cables de acero.
Tiene 6 carriles para coches con una altura máxima de 3,40 metros y en su parte superior hay una plataforma para el tránsito de personas y bicicletas.
Actualmente unos 145.000 vehículos circulan por él a diario.
Bien, de lo que se trata es de darse un paseo atravesando el Puente de Brooklyn y así tener una de las mejores panorámicas de Manhattan.
En el puente tienes que tener cuidado con los ciclistas, hay una línea en suelo que separa su carril del de las personas y la verdad es que se cabrean mucho cuando te metes en el suyo.
A día de hoy se ha convertido en uno de los símbolos indiscutibles de la ciudad tanto como lo puede ser el Empire State o la mismísima Estatua de la Libertad.
Para empezar el día no esta mal este paseo de dos kilómetros por encima del puente más famoso de Nueva York.
Si tenéis la oportunidad de verlo iluminado por la noche con Manhattan de fondo seguro que podéis sacar alguna foto de postal.