Petra

Sin lugar a dudas el mayor atractivo turísticos de Jordania son las ruinas de la ciudad de Petra.

La antigua capital del Reino de los Nabateos que permaneció oculta durante muchos siglos, salvo para los beduinos, hasta que fue redescubierta el 22 de Agosto de 1812 por el explorador suizo Johann Ludwig Burckhardt que, valiéndose de una arducia para que los beduinos lo acompañaran, describió a su vuelta las maravillas de esta ciudad perdida. Aún así, permanecía oculta para el resto del mundo y sólo algunos afortunados, tras una negociación previa con los jeques de las tribus beduinas de la zona, pudieron acceder a ella para estudiarla siempre en periodos de tiempo muy breves que a lo sumo no llegaban a media semana.

A partir de la Primera Guerra Mundial tuvo lugar la creación del estado de Transjordania bajo el dominio británico con el cual se pudieron comenzar las excavaciones y devolver a la vida al antiguo pueblo de los Nabateos. Siempre puedan echar un vistazo al post que hicimos sobre la historia de Jordania para conocer un poco mejor la evolución de este país.

Vamos a empezar por una brevísima reseña sobre los Nabateos para conocer un poco más  lo que vamos a visitar. Los Nabateos era un reino árabe cuyos dominios abarcaban desde el Sur de Siria, el Noroeste de Arabia Saudí, parte de Israel y parte de Egipto. Aparentemente podría parecer una zona desértica sin gran interés pero nada que ver con la realidad de la época (hablamos del 60 a.C. en el máximo esplendor), estaban situados en el centro de todas las rutas comerciales que comunicaban Oriente con Occidente y se aprovecharon de ello de tal forma que la hicieron prosperar acumulando riquezas que se hicieron míticas.

La capital de este Reino, Petra, fue construida en el interior de un desfiladero con un acceso único, lo que la hacía prácticamente invisible a los ojos de los enemigos a la vez que aprovecharon como su mejor defensa la propia geología del lugar. La entrada a Petra fue restringida a extranjeros y sólo a algunos de ellos se les permitía entrar y todos salían maravillados después de contemplar la belleza que allí se ocultaba. Esto es fácil de entender si nos ponemos en la piel de estos comerciantes que después de estar vagando con sus caravanas por el desierto veían esta ciudad oculta como un oasis en medio de ninguna parte, de la que el agua parecía manar de las piedras y todo florecía en su interior. ¿Qué se nos pasaría por la cabeza si fueramos nosotros esos comerciantes?….

A mediados del siglo I a.C. las legiones romanas bajo el mando de Pompeyo anexionaron Siria y los reinos judíos y nabateos sobrevivieron a cambio de convertirse en reinos dependientes de Roma. El Reino Nabateo desapareció como tal en el año 106 d.C. cuando el Emperador Trajano ordenó su anexión a la provincia romana de Arabia. Después de esto el esplendor de Petra entro poco a poco en declive hasta que desapareció en las arenas del tiempo hasta que Burckhardt en 1812 la encontró.

Bueno, hasta aquí la breve historia del Reino Nabateo, ahora acompáñanos a visitarla que ya estamos en la entrada 😉

Al pasar la entrada encontramos un museo con algunos de los objetos descubiertos en las excavaciones, así como muchas tiendas con pañuelos, lámparas, incienso y todo lo imaginable que se puede encontrar en los bazares.

Desde este punto recorremos una larga vía de tierra donde nos ofrecen visitar la ciudad a caballo, en camello y hasta en burro… Allí vimos un caballo que acaba de morir, no sabemos si por el calor, el esfuerzo o simplemente porque ya era muy viejo pero no nos gusto la escena y aprovechamos para sugerir que si no tienes problemas de movilidad, una edad avanzada o algún tipo de excusa de causa mayor que necesites este tipo de vehículo hazle un favor al animal y a tu conciencia y haz la visita andando aunque te sea dura.

Según avanzamos por el camino, a ambos lados hay petrogrifos (símbolos grabados en las rocas) y encontramos las primeras tumbas talladas en piedra, llamadas Bloques Djin. Son tumbas pequeñas y aisladas en lo alto de las laderas de la pared de caliza.

El primer complejo funerario grande  nos avisa de todo lo que está por venir… a la izquierda del camino vemos el triclinio de Bab-al-Siq y sobre él, la Tumba de los Obeliscos. Realmente no son obeliscos sino «nefesh» que representan el alma de los difuntos que se encuentran en los nichos bajo ellos.

Aprovechamos para contarles que según la traducción del latín «triclinio» significa tres bancos. Si miramos hacia la arquitectura romana hace referencia a una sala que podían tener las familias pudientes en las que se ponían varios bancos alrededor de una mesa destinada para comer, pero en este caso hace referencia al uso de la parte más baja del complejo para realizar comidas anuales en conmemoración de los allí enterrados.

Continuamos por el camino y nos internamos entre las impresionantes paredes del desfiladero de el-Siq. Este desfiladero fue producido por un gran terremoto que partió la montaña en dos creando esta falla natural y el acceso a la ciudad.

El desfiladero el-Siq por si sólo ya es una belleza natural que merece la pena ser contemplada con calma. Sus impresionantes paredes a ambos lados y los colores que en algunos lugares dejan ver las diferentes tonalidades de la piedra caliza, son uno de los recuerdos más bonitos que tenemos de Jordania. Pero no todo es piedra, aquí hay muchos detalles que ver si saben donde mirar.

Por ejemplo, ¿ven la calzada de piedras a mi espalda? Pues son los restos de la antigua calzada que se construyó bajo el dominio del Imperio Romano y que fue descubierta al ir quitando los sedimentos.

Veamos que más cosas podemos descubrir en el desfiladero. Aprovechando la última foto se puede ver ese canal en el borde de la calzada que se usaba para traer agua de lugares situados hasta 7 Km. de distacia usando únicamente el desnivel del terreno, algo así como los acueductos romanos pero a menor escala, revelan una ingeniería para la época asombrosa y responsable de que Petra floreciera en mitad del desierto. No es el único canal, si nos fijamos en las paredes del desfiladero podremos ver algún otro canal a diferentes alturas.

También existen numerosas mini presas para mantener la poca agua de lluvia a lo largo del camino.

A lo largo del camino también hay rocas talladas con formas diferentes, desde una caravana completa de camellos o como pueden ver en esta foto: la Roca Elefante

Después el desfiladero se vuelve a estrechar… ya estamos llegando…

Lo mejor es enseñaros en video la experiencia 😉

El ver como aparece el Templo de al-Khazneh, conocido como El Tesoro, al final del desfiladero te hace sentir como Indiana Jones descubriendo una maravilla del pasado. Por cierto, hablando de Indiana, a la película «Indiana Jones y la última cruzada» se le debe que Petra tuviera un interés a nivel mundial que relanzó el turismo de Jordania.

Con casi 40 metros de altura por 24 de ancho esculpidos en la propia roca, el Tesoro supera toda idea preconcebida, el impacto visual resplandeciendo al sol y apareciendo casi de la nada al salir del desfiladero es pura magia. En Petra no vamos a encontrar una arquitectura diferente o característica de los Nabateos como podrían haber sido la griega, la romana o la egipcia, sino que por el contrario encontramos un popurrí de muchas de ellas producto de la influencia de todas las caravanas que pasaban por allí con personas de todos los lugares del mundo antiguo.

No somos unos expertos en la materia pero salta a la vista la mezcla de culturas en la arquitectura. Mirad la parte de arriba, donde está la urna sobre la estructura circular…

Se pensaba que allí estaba guardado un tesoro y no se les ocurrió otra cosa a los soldados que disparar contra ella pensando que lloverían monedas de oro o algo así…

Hay nichos en las salas interiores pero, curiosamente, se han descubierto justo en la entrada 4 cámaras funerarias a varios metros bajo el suelo del edificio.

Después de sacar 500 fotos seguimos un poco más el desfiladero y pasamos por la zona de la Necrópolis, muchísimas pequeñas tumbas excavadas en la propia piedra nos reciben antes de entrar a la ciudad. Es lo que se conoce como la Calle de las Fachadas.

Mecere la pena dedicar un momento a ver los colores de la piedra caliza en el interior de las tumbas, con estos colores es normal que no usaran ningún tipo de pintura.

Después llegamos a una zona donde descansar de la primera parte del camino, allí nos ofrecen paseos en camellos y también hay una tienda en la que hay podemos comprar cosas interesantes o tomar un refresco.

Además, que fotos mas chulas nos quedaron

Evidentemente, por lo que dijimos antes sobre los animales, seguimos caminando hasta llegar al Teatro Principal, de estilo romano.

¡¡Impresionante!! Capacidad para 7.000 espectadores y totalmente excavado en la roca.

Después entramos en la Calle Columnada, la calle principal de la ciudad que dividía en dos a la urbe. Por el lado norte fluía un pequeño curso de agua, el Wadi Musa, donde destaca el Templo de los Leones Alados, y por el sur se situaban los edificios más importantes, el Mercado Superior, el Gran Templo del Sur, Los Baños, etc…

La primera gran explanada es el Mercado Superior pero la interesante es la siguiente, el Gran Templo del Sur.

Fijense bien en las columnas del fondo… o lo que queda de ellas. Esto ha sido producido por un gran terremoto, en el 363 d.C., que derrumbó el templo.

Visto desde el otro lado del Wadi Musa…

El Templo de los Leones Alados está en excavaciones y no se puede visitar así que seguimos hasta el final de la calle donde encontramos la Puerta de Témenos, que marcaba el final de la zona pública de la ciudad y el principio de la zona sagrada con el Templo de Qasr al-Bint.

Construido en el siglo I d.C. bajo el Reinado de Aretas IV se cree que estaba dedicado a las principales deidades nabateas, Dushara y su consorte, la diosa al-Uzza. Por la monumentalidad del edificio, que llegó a tener 3 plantas, los bereberes le dieron el nombre de Qasr al-Bint Farun, que significa «palacio de la hija del faraón». Esto alimentó, a lo largo de los siglos, la leyenda de que fue la residencia de la hija de un poderoso faraón y que acordó casarse con quien consiguiera llevar el agua hasta el palacio. Según parece, dos hombre lo consiguieron el mismo día y tuvo que elegir, eligiendo sabiamente al más humilde y virtuoso.

¡¡Ha llegado el momento de comer!! Hay dos restaurantes, uno con más «categoría» y donde podemos elegir plato y el otro, más barato y tipo buffet, donde al final fuimos nosotros. De hecho se lo recomendamos, se come muy bien, la comida es muy buena y aprovechamos para probar una comida no tan occidentalizada que estaba riquísima.

El objetivo después de reponer fuerzas es una caminata hasta llegar a Ed-Deir, el Monasterio. Para llegar hay que salir de la ciudad y seguir un sendero que va ascendiendo por las montañas más de 800 escalones tallados en piedra. Cuando no hay escalones hay cuesta arriba así que si sumamos esto al calor el camino es muy duro pero hay que conseguirlo. 😉

Aprovechando al burro… El camino es estrecho y cuando bajan los burros parece que van haciendo rally equino por la montaña así que cuando oigan el tacatá tacatá de los cascos lo mejor es pegarse a la pared que ellos pasan sin problemas. Es sólo un consejo pero si se pegan al borde del camino y al bajar el burro les empuja… si no saben volar lo mejor es la pared 😉

Según ascendemos hay unas vistas estupendas de lo que visitaremos a la vuelta, las tumbas reales.

¡¡Después de casi morir de cansancio por fin llegamos!! ¡¡Aquí esta el Monasterio!!

Sin tanto ornamento como El Tesoro sus dimensiones son incluso más grandes, unos 47 m.  de ancho por unos 48 m. de alto. Durante la etapa bizantina de Petra fue utilizada como iglesia, de ahí su nombre. En este lugar hay una pequeña cafetería con una terraza que invita a tomarte algo refrescante mientras contemplas este espectacular edificio tallado en piedra desde hace más de 2000 años… sin lugar a dudas, este paraje desprende magia y misterio.

Después de recuperarnos de la subida volvemos al punto de partida, la bajada siempre fue más fácil 😉

Vamos a coger esta vez el camino al norte de la ciudad que nos lleva a la Iglesia de los Mosaicos y después a las Tumbas Reales.

Realmente son los restos de una iglesia bizantina donde se han podido conservar los mosaicos originales en el suelo, otra maravilla más de esta ciudad.

Todavía no acaba nuestra visita, aún podemos ver otra parte fantástica, las Tumbas Reales.

Las tres mas importantes son la Tumba Palacio, la Tumba de la Urna y Corintia.

La primera, la Tumba Palacio pertenece a la tumba de algún monarca nabateo aunque se desconoce exactamente a cual. Tiene 5 pisos y es la más grande de toda Petra con casi 50 metros de ancho y unos 46 metros de altura.

Justo a su derecha está la Tumba Corintia que debe su nombre a los capiteles de sus columnas aunque ya se aprecia poco porque es una de las más castigadas por la erosión.

Antes de seguir hacia la derecha y llegar a la Tumba de la Urna hay una tumba más pequeña por lo que muchos estudiosos no le dan el título de «Real» pero es una maravilla la policromía de la arenisca donde fue tallada. Se trata de la Tumba de la Seda precisamente por estos colores de la piedra.

Ahora ya sí, ¡por fin!, llegamos a nuestra última tumba, la Tumba de la Urna.

El interior es maravilloso, asombroso, espectacular, no sabríamos decir un adjetivo que le haga justicia a los colores de la caliza que por las paredes y techo rodean toda la estancia interior.

Las fotos no le hacen justicia ni de lejos…

Sólo una cosa más, para salir es por el mismo camino que hemos entrado así que van a volver a ver El Tesoro, pero esta vez con una luz distinta y sus colores cambiaran a rojizo, no se lo pierdan.

Hasta aquí nuestra visita a Petra, esperamos que les haya gustado acompañarnos 😉